domingo, 21 de noviembre de 2010

FLOR

En el balcón de mi alma ha germinado una flor, simple y átona. No tiene la belleza de las barrocas rosas ni la duda que provoca la margarita. Es blanca, intrínsecamente blanca, de pureza lineal y de aroma tenue. Acompaña a su elegancia el tallo enhiesto decorado si cabe, por dos hojas en forma de corazón roto. Mi pecho es la tierra sabia que ha creado tan bella estampa que decora almas, nichos y jarrones.
Esa flor me da un hálito de esperanza porque sé que pronto no estaré aquí. Los números analíticos de laboratorios asépticos han decidido que es mi hora. Algo recorre mi cuerpo que clama venganza y va segando mi vida sin acuse de recibo. Paso estos codiciados segundos pensando en como decir adiós. No sé que decir, no sabré despedirme, no sabré coger mi último tren.
Me preocupa si esta flor se marchitará conmigo cuando encajonado entre tierra fatuas y en medio del campo estrellado, se quede sin aire. Aire. Respiro profundamente entre golpes de un corazón asustado. No hay duda. Morirá conmigo porque surgió de mí. Pronto la gente me olvidará, aunque sólo os pido que en primavera alojéis una flor blanca en mi laude para que pueda seguir vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario