domingo, 31 de octubre de 2010

AMARILLO

Lapicero segundón de mal agüero y brillo cegador. Despertar de margaritas en primavera bajo el sol radiante de mañanas campestres. Referencia en forma de pilón urbano para almacenar misivas con acuse de recibo. Tonalidades cutáneas asiáticas envueltas en los vapores de woks y sushis. Bilirrubinas descompensadas que envenan cuerpos de hígados corrompidos. Color cerúleo de la piel muerta en receptáculos funerarios. Resplandor momentáneo del vuelo de la abeja avizora. Limones limoneros que nos llenan de vitaminas que presagian vida. Franjas de color que animan banderas ondeantes. Cantos fugaces y matinales de canarios presos en sus jaulas. Chalecos reflectantes de mal fario en accidentes mortales. Girasoles despistados en días nublados en busca de una fuente de vida. Submarinos imaginarios de viejas tonadillas jocosas. Frutas tropicales de exóticos sabores consumidas en playas paradisíacas.
Un mundo amarillo, un mundo infinitamente soleado, una vida en contraste, un día amarillo.

martes, 26 de octubre de 2010

ASFIXIA

Mi mundo se derrumba. Noto una presión constante en mi pecho. Definitivamente no puedo respirar. El pánico se apodera de mis pulmones y cierra sus vías de acceso.
No tengo nada en la vida. No soy útil a la sociedad. No quiero familia. Sólo busco una salida de emergencia a un mundo donde yo sea el protagonista de excepción. Donde sea vitoreado por ser yo mismo. Donde pueda respirar.
Embutido en mi traje de calle, paseo inane entre el tumulto humano de la gran ciudad. Vahos y humos surgidos de vidas errabundas que se entrechocan sin mirarse a la cara. Raudas carreras en pos de máquinas diabólicas que nos llevan a los campos de concentración del trabajo.
Clic. El sonido del ascensor. Décima planta a la desidia. Clic. Se abren las puertas. Ascensor al cadalso. Caras aburridas de sonrisas caídas. Pantallas con vistas al infierno numérico. Ruge el ser supremo desde su lacado despacho. Oigo mi nombre entre sombras oníricas. Oprimo más mi cuello con el nudo doble de mi corbata. Campanadas a muerto repican en mi mente. Me falta el aire. Desfallezco. Asfixia.

martes, 19 de octubre de 2010

ELEVACIÓN

¿Qué siente la montaña cuando es violada por el escalador?. ¿Qué ansia de poder tiene el hombre en su empeño de coronar una cima más en su vida?. ¿Qué impotencia nos lleva a superar cada día escaladas imposibles?.
Elevación. Sensación de sobrevolar espacios infinitos a vista de pájaro. Imágenes cenitales revisadas por el éxtasis de la levitación inconsciente. Belleza de panoramas rubricados de nieve y nubes. Picos inexpugnables cortados a cuchillo por el viento del norte.
Sentado en la cima del mundo relajo mi mente y recuerdo aquellos seres que tanto quise y que ya no están.
Elevación. Las almas izan su forma etérea en busca de la remisión y del perdón. Banderas orgullosas sobre mástiles débiles acariciando cielos tormentosos. Pedestales y podios de poderes olímpicos, dioses y titanes, flotando entre cruces nimbadas y rayos destructores.
Estirado en el suelo, abro los ojos y despierto. Noto el pavimento gélido y no puedo moverme. Otra vez he caído de las alturas de mi silla de ruedas. No me puedo elevar.
Elevación.

jueves, 14 de octubre de 2010

MAR

Testimonio de naufragios colectivos y personales. Mensajes en botellas imperecederas transportadoras de misivas alarmistas. Espumas blancas de delicado encaje que rampantes acarician la tierra azotada. Matices de azules que se embravecen por el toque del viento...
Sentado en la orilla del mar noto los primeros rayos de sol que tímidos aparecen tras la aurora benevolente, portadores de nuevos presagios. Contemplo el vaivén del pleamar, olas yermas que luchan para acariciar mis pies arrugados y húmedos. Mis manos, hundidas en la arena mojada deja marcas de estrellas de mar pasajeras, mientras admiro tu grandeza, oh mar de confines simpar, titán de barcos y naos conquistadoras, remanso de paz para la muerte, espacio de vida para tus habitantes.
Rojos, naranjas y amarillos decoran mi piel. Rompe la mañana con su fragor y yo, al ralente, me pregunto como será ser agua. Mi cuerpo prueba con unas lágrimas que quedas caen sin rumbo por mi rostro ajado y sucio. Surcos de pequeños ríos recorren mis mejillas indolentes para perderse en mi boca. Agua salada. Noto agua salada en mis labios. ¿Seré yo el mar?.
¡Padre!, estoy perdido... Tómame. Deja que me funda contigo, que baile en tu vigoroso torso, que nade en posición fetal.
Me levanto. Camino inexorablemente hacia ti. El sudor de mi alma se funde contigo. Soy agua, soy mar. Cada vez soy menos yo y más tú. Sé que mi cuerpo se rebela.
Padre, deja que contemple un segundo más la luz del sol. Deja que mi último recuerdo sólido sea unas lágrimas de emoción y felicidad. Silencio infinito. Paz interior. Al fin, soy mar.

domingo, 10 de octubre de 2010

LLUVIA

¡Qué insistencia en caer!. ¿Quién tiene derecho a ser molestado por las gotas?. Hoy repican en el alfeizar de mi alma mientras me acostumbro a la oscuridad tormentosa de una nueva mañana. Cúmulos de nubes vaporizan sus incorpóreas formas para rociarnos con agua y quien sabe si con guijarros arrancados de las rocas. La potencia y la fuerza natural del relámpago azota mi castigada espalda por las humedades que predicen la lluvia. Ecos, truenos, tambores de guerra que acercan su maquinaria pesada y quejumbrosa sobre mi frágil techo.
No hay ruido. Abro las puertas.
Entra lluvia en mí y mójame para que mi corazón se ablande. Haz que renazcan raíces de felicidad de nuevo para poder amar. Entregado al placer de las sensaciones cruzo mis manos sobre mi pecho. No soporto tantos ríos de vida en mi interior. No estoy acostumbrado a vivir ya. Soy ese tubérculo enterrado en áridas tierras esperando a ser arrancado con fuerza y dolor.
Desnudo y sin hábito, miro en contrapicado las gotas de lluvia al caer. ¿Será demasiado tarde para empezar de nuevo?. No. Abro mi boca y el agua penetra en mi cuerpo. Noto mi piel convertida en agua y cada vez soy menos yo. Me desplazo por la tierra como los afluentes que buscan el mar y me convierto en líquido. Ya no soy nadie, soy oxígeno, soy hidrógeno, soy oceano y descanso en paz.

martes, 5 de octubre de 2010

ODIO

Mi alma se emponzoña al verte. Sé que tu presencia me hiere pero mi corazón vibra. Las miradas lanzan dardos hirientes mientras froto mis manos con desazón. Mis músculos tensos rompen mi cuello al rotar.
Vete. Déjame en silencio. Que pasen los días sin tu presencia, que note el frío recorrer mi espalda por las noches. Desaparece. No quiero escuchar quejas ni lamentos; ni juramentos ni perjurios. Solo quiero saber que es lo que siento cuando contemplo tu semblante. No acabo de entenderlo. Dicen que es odio.
Sentado en un rincón del pasillo oigo el vaivén de bolsas, de viajes sin retorno, de dudas sin respuesta. Contemplo el polvo acumulado del suelo a la espera de esa ventisca que eliminará toda la suciedad del alma. Pensamientos impuros se suceden en microfilmes expeditos por mi mente. Olvidar. Golpear. Matar.
Huye. Duerme león de mis entrañas y sigue observando como aquello que amaste hasta el infinito ahora solo es un elemento de odio. Nos miramos de nuevo. Me dices adiós con los ojos. Cierro los míos hasta que oigo el eco de la puerta.
Paz.