martes, 27 de septiembre de 2011

TEMPLO

El sol languidece entre tus grandes columnas, testimonio de celebraciones y piras funerarias. Un bosque hipóstilo de sensaciones en forma de éntasis que recorre la cela de las deidades, espacio infranqueable por el vulgo y agasajado por cariátides sustentadoras y pléyades virginales. Dioses terroríficos de poder olímpico destructores de humanos entregados a la devoción y a los placeres terrenales. Metopas, triglifos, entablamentos. Decoraciones hercúleas de sacrificios y procesiones de dioses en carros tirados por majestuosos caballos de pelo ondulado, escorzos de héroes tocados con plúmbeas corazas sobre apolíneos cuerpos desnudos. Cánones estudiados sobre falsas perspectivas desordenadas de dramáticas consecuencias escultóricas. Vasijas decantadas en su ubicación con figuras rojas etéreas y llenas de ropajes húmedos al son de la lira. Arcaicos seres mitológicos que sobrevuelan nuestras mentes humanistas y que se reflejan con su grandeza en el templo griego, paradigma de la perfección clásica, espacio perfecto de sacrificio, compendio de leyes de gravedad. Me apoyo en uno de tus fustes y noto el latir de los siglos por tus acanaladuras como la savia de un árbol milenario. Yo también quiero ser templo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

MASTURBACIÓN

Un río de sensaciones recorren mi espina dorsal rematadas en una explosión que me hace perder la noción del tiempo y del espacio. Con la cabeza apoyada en la tosca pared noto la presencia de algo viscoso en mi mano. No me atrevo a mirar. Quizás me esté muriendo y nadie está a mi alrededor para consolarme. Mi pene late desaforado al compás de mi corazón ya fláccido sobre mis dedos. Abro los ojos y me doy cuenta de que sigo vivo, relajado, entumecido, feliz. No creo que esto sea la muerte, simplemente es otro estado que no acabo de comprender. Nadie me ha explicado que significa esta nueva experiencia. Es posible que un niño de diez años no tenga derecho a saber más de la vida porque aún no soy mayor. Un buen amigo me explicó un día que notaba una quemazón y que acariciándose y agitándo su miembro se le pasaba, pero no me explicó que había un final pletórico y triunfador. ¿Que será este líquido blanco?. ¿Es posible que se haya roto algo dentro de mí?. Creo que no, porque cada vez me encuentro mejor y... ha brotado cuando he pensando en ella. Tendré que preguntar a esa chica si le pasa lo mismo que a mí y si fuera así, podríamos compartir este juego. Seguro que esto es lo que los mayores llaman sexo. Y lo que acabo de hacer, ¿cómo se llamará?...

sábado, 17 de septiembre de 2011

SALIDA

Perdido entre los pasillos de un laberinto a medio camino entre la ciudad y la vida, engullido por el enjambre de personas que corren por hormigueros en busca del pan de cada día, sigo empeñado en buscar una salida. Mi traje está arrugado, mi camisa está ajada y mi corbata torcida. Mi barba roza la solapa de mi chaqueta y mis uñas parecen salidas de una tumba. Aprisionado en el metro espero a que se abra una puerta, un escape al agobio matutino de los antihigiénicos, de la humedad del ambiente, de las colonias baratas. En cada parada sube más gente y el respirar se hace imposible. El olor acre de un viejo desconocedor del gel de baño inunda el vagón. No puedo más. Llegamos a la estación y arrambo con toda una legión de urbanitas que me miran con la mala cara de los cívicos. Consigo salir y veo ante mí un largo pasillo. Mis cervicales crujen por la tensión y doy mis primeros pasos en dirección a un mundo nuevo. Los fluorescentes me acompañan en este viaje final, mis pies caminan veloces bajando escaleras, mis pulmones se quejan por el vaho de los arcenes, mi boca describe su rictus final cuando piso la vía. Una sacudida envuelve mi cuerpo mientras hago equilibrios por la catenaria. Al fondo veo una luz. Será una salida. Mi cuerpo huele a quemado. La luz se acerca. Pitido final.

martes, 13 de septiembre de 2011

DIOS

¡Si existes y salvaste a tu hijo, sálvalo también a él!.¡Si creaste el mundo y al hombre, ayúdame a curarle, porque cada día que pasa mi alma se rasga y sus jirones pesan tanto!.¡Si eres Dios, haz el milagro de la curación y llévame a mí como prenda de tanto dolor!. Tu castigo sobre el hombre ha sido infinito, tus caminos hacia la enfermedad son inescrutables y los inocentes reciben tu maldición. Si es tan solo un niño, si no ha amado aún, si su cuerpo no se ha desarrollado. ¿Qué pecado ha realizado esta alma cándida que se consume en esta cama de hospital entre falsas expectativas en forma de sonrisa agria mientras sus células mueren devoradas por el cáncer?. Yo he sido un sucio pecador, he fornicado, he castigado, he pegado, he mentido...insufla en mi cuerpo todas las plagas que inventaste en su momento y llevame al peor de los infiernos para siempre jamás, pero a mi hijo sálvalo. No existes. No tienes compasión. Eres un falso icono para decorar las almas perdidas. Salva a todas las criaturas que no tienen culpa de nada. Háblame. No oigo nada. ¡Contéstame!. Veo que no vas a hacer nada. Para que sirve el crucifijo que hay en esta cama. Lo descuelgo. El gota a gota sigue su curso. Beso su frente caliente. No creo que pase de hoy. Buenas noches, hijo mío, y hasta mañana... si DIOS quiere.

jueves, 8 de septiembre de 2011

ÁLBUM

La portada de un libro avejentado de tapas duras y elegantes orlas se abre ante mis ojos dando paso a una vida oscura, insulsa, llena de flaquedades y sinsentidos. Mis ojos grises, decaídos por las arrugas del tiempo, contemplan ese arcaico álbum de fotos de presencias volátiles y familiares inexistentes que juegan en el limbo de las almas al escondite. Fotografías ajadas, pegadas con celo, remendones de jornadas placenteras, con esa pátina sepia que decora los recuerdos lejanos. Playas de arenas ocres, montañas de solariega presencia, calles empedradas por los carruajes de siglos. Papá. Mamá. Soledad en mi alma cada vez que paso una hoja, lágrimas lánguidas y cansadas de tanto llorar por los que ya no están. Dejo el libro y los recuerdos de nuevo en ese estante polvoriento que nunca han limpiado mis manos manchadas. Un trueno retumba en la ciudad. Las trazas del atardecer se mezclan con las amenazantes nubes que expulsan una furiosa lluvia sucia que mancha mi jardín y mis miedos. Dentro de poco yo seré una nueva sombra en este álbum, pero nadie me podrá contemplar porque estoy solo y la podredumbre se llevará los fototipos y negativos de los ausentes.