domingo, 19 de agosto de 2012

INFANCIA

Contemplando mi ajado álbum de fotos viajo a mi infancia, rodeado por los brazos maternos, entre olores de lavanda y heno de Pravia, de flanes de vainilla caseros, de canela en rama, de jazmines blancos. Miradas casi olvidadas de recuerdos infinitos entre estufas de leña y fogones de camping gas. Aromas de escabeches y arroces en cocinas económicas llenas de cortinillas bajas y fregaderos de piedra. Abuelas de negro permanente en lutos varios rodeándote entre sus brazos, mientras, hacendosas con su sempiterno mandil, servían al marido con muda obediencia. Emisiones en blanco y negro del único canal estatal entre efluvios de pan tostado con aceite. Suelos quebrados de cerámicas imposibles y papeles pintados humedecidos entre platos colgantes de santos varones y cuadros de ciervos masacrados. Despensas llenas de puntillas, platerías de filo dorado, copas de esgrafiado vulgar y botellitas de agua del Carmen... para los sustos. Un padre ausente, de olvidada emulsión Myrsol, trabajando a destajo, domingos inclusive. Juegos de combas y pelota en el pasillo, infancia perdida, recuerdos inalcanzables. Ya no existe nada de esto. Tristeza y añoranza.

1 comentario:

  1. No se ha ido. Nuestra infancia siempre está dentro de nosotros para hacernos sonreír cuando los años nos pesan demasiado...

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