sábado, 10 de diciembre de 2011

CRISIS

El mundo se derrumba. No hay salvación. Las luchas intestinas entre el poder y el pueblo han llegado a su fin. La indignación y la rabia han acabado con la especie humana. La deuda y el débito para con el poder y el dinero, nos han convertido en seres fríos y calculadores que matan por placer. El compañerismo de tiempos pasados se convierte en egoísmo egocentrista anodino y pusilánime. Nuestras cuentas bancarias reducen ceros en pos de la imposición. Me veo sentando en una callejuela esperando la sopa con mi bote de latón mientras los mandamases enervan la bandera del capitalismo rancio paseándose en sus landós con sus sombreros de copa. La crisis nos invade, nos llena de telarañas el corazón y las entrañas. Nos empuja a la destrucción propia gracias a los vapores del alcohol y otras sustancias que nos llevan a torres de marfil llenas de narcotizantes realidades. Unos paisajes del alma que hacen descansar nuestra mente cavilante que no cesa de discurrir para conseguir el pan del mañana. Espero un plato caliente de la filantropía de antiguos ricos porque la sociedad ha perdido el espíritu de rebeldía. Somos marionetas de la opulencia y de las finanzas. Solo nos queda el lamento, solo nos queda la muerte.

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