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Suena el despertador de forma desaforada. Me incorporo de un salto y noto mi corazón latir desbocado. Intento ponerme las zapatillas y mis pies inquietos no aciertan a calzarse. Una vez erguido y en breves segundos me veo vestido cerrando la puerta de la calle. Ahora me encuentro en la acera parando un taxi que en una micra me ha llevado a la otra punta de la ciudad, pero no sé donde voy. Sigo corriendo sobre mi reloj personal y cuando paro un momento y contemplo el sol veo perfectamente como se mueve en su órbita. Como algo que degluto sin masticar y me veo corriendo sin querer por un parque. Empieza a anochecer y me encuentro de nuevo en el portal de mi casa. Cierro los ojos y al abrirlos estoy ante el espejo lavándome los dientes. Bostezo y noto la ropa de la cama sobre mi cuerpo. Suena el despertador...parece que con normalidad. Miro a mi alrededor y todo vuelve a ser como antes. Hago memoria del sábado noche, quizás fue esa pastilla azul que alguien me dio. Necesito control.
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