![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixaiieq3Mbz96Bv71dYPPVyKTa6KimQrrHxOIX71TqlTfytH0hjnhvAnVDKqV7GzC1eGygFLyq9ii58QuAFcjppmZd-wSK8LEX6PHP46ss_O3Pp9TC4RNKfEn_IYhONsxlC3Ou616lnWMB/s320/Hastio.jpg)
Oigo algo. Debe ser el ruido de las sombras de las almas en pena que recorren el submundo en su castigo divino. El día ha pasado segundo a segundo, largo y extenuante, portador de desidias inconmensurables y residentes. Mi cuerpo languidece, acurrucado en un hueco de la cama, aburrido y sin rumbo. No quiero levantarme, no tengo nada que hacer.
¿Estaré solo en el mundo?.
Días ha que no me arrastro por las calles perdiéndome entre la multitud indómita de esos recipientes llamados humanos. Qué necesidad tengo de ser persona cuando soy capaz de mimetizarme con la nada. No siento nada. Mi teléfono está muerto. El timbre de la puerta se ha caído. Cubro mi cuerpo desvalido y mundano con un sudario de hastío. Espero mi momento. Mientras tanto, no soy nada.