sábado, 9 de junio de 2012

PÁNICO

Noto las frías cadenas que envuelven mi cuerpo. Desnudo, sentado sobre mis heces y mis orines, entreveo la luz por una ventana de cristales polvorientos. Dejadme solo con mis heridas y mis gritos. No soporto más las lesiones en mi piel ni que mi cuerpo se resquebraje más. Pan y agua en un rincón mientras enormes cucarachas juegan entre mis pantorrillas. Imagino paisajes verdes y cielos añiles entre pájaros de dulces trinos...Un golpe seco, frío, al fondo del habitáculo. No, ¡por favor!. Otra vez no. Hoy ya son dos veces. Veo sombras bajo el soportal de hierro. La cerradura chirría como un cerdo degollado mientras mis manos tiemblan. Una blanca luz recorta el cuerpo imponente de una bestia inmunda que se acerca con su pestilente olor a alcohol. Se acerca mientras ensayo una sonrisa mellada y dócil para que el dolor sea menor. No hay piedad. El golpe en mi cara es sublime, directo. Me da la vuelta. Oigo una hebilla. Grito. Un fuego lacerante rompe mi interior. Sequedad, jadeos, noto  un hilo de saliva en mi espalda. Pierdo el sentido. Espero no despertar más. Quiero morir.

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