miércoles, 27 de junio de 2012

CARICIA

Cuarenta años de mi vida solo, un ermitaño en medio de la ciudad, ni una sola caricia. Mi piel se ha vuelto insensible, mis poros no se excitan ante el contacto de la ropa, mis dedos inertes son incapaces de tocarme. No tolero el roce de nadie. Mi vello solo se eriza con tan solo pensarlo. Quizás la ayuda de alguien me hubiera servido pero mi cuerpo es inane cuando visualizo aquellos abusos de la infancia. Mi onanismo es mi placer y mi cárcel, la pornografía mi ventana al sexo, el viento de la calle mi única caricia. Me encierro en mi cárcel de marfil para evitar un estrechado de manos, un abrazo, un beso amistoso. Creen que soy raro pero nadie entiende mi repulsa. ¿Tengo que ir con un panegírico en mi frente?. Quien me quiera que no se acerque, quien me aprecie que no intente besarme, necesito el recogimiento de mi propia dermis. No acepto la esponja de la ducha, apenas mi mano. Cuarenta años sin contacto pero soy feliz. 

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