domingo, 6 de noviembre de 2011

VIENTO

La mañana se arrastra entre hojas y papeles. Los arboles saludan con la majestuosidad de los faraones tus terribles embites. Después de meses de calma, de días solariegos de verano, tu presencia hace temblar los cimientos de la naturaleza. Racheado, golpeando, en forma de brisa, paseas tu invisiblidad entre ramas, cementos y coches. Magnificencia de rotos oleajes en puertos del olvido, sensaciones de dureza sobre cuellos expuestos a la temperancia metereológica, susurros en los oídos de transeuntes impacientes. Abro las ventanas del hogar y dejo que entre tu presencia para que transpiren las paredes, para que la humedad arranque su vuelo, para ventilar sábanas impregnadas de presencias humanas. Cuando te enfureces, asustado, escucho tu silbido aterrador, tu grito de héroe que destroza lo material, dejándonos el alma en vilo y postrada a tus pies. Pero hoy, paseo por la orilla del mar y te muestras cauto, sensual, erógeno. Acompañado del sol tu presencia es agradable, juguetona, besando cada parte de mi piel sin permiso. Te siento cerca. Me hacía falta una caricia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario