miércoles, 23 de noviembre de 2011

RELOJ

Sabio de tiempos inciertos, usurpador de momentos tranquilos con tu sonido insistente, presencia corpórea de lujosos salones, fugacidad en estado pulsante. Controlar nuestros momentos, saber cuando llega el alba, ignorar tu curso cuando la felicidad se muestra, observarte de reojo en tediosas tardes de oficina. Tú eres el culpable de la rapidez, del miedo, de la vejez, de la muerte. Una ansiedad en forma de pulsera que llevamos sujeta a nuestras muñecas. disimulada por los diferentes colores de tus fabricantes. Te hacen atractivo para que sucumbamos a tus deseos, que mediaticemos nuestra vida alrededor de tu aureola mística. Analógico, digital. nuclear, solar. Te nos presentas de infinitas maneras con una sola finalidad: marcar el tiempo. Un tiempo que se escapa a borbotones de nuestras manos, una hora, un minuto y un segundo más tarde del devenir de nuestras vidas, un momento que hace envejecer tu piel, tu pelo. Nadie es enterrado con un reloj. ¿Para qué?. La muerte solo entiende de muerte y viene con guadaña, no con reloj, porque es la eternidad. Tienes todo el tiempo del inframundo o del paraíso celestial para poder hacer lo que no te dejó hacer tu tiempo de vida. Una nada que no lleva reloj. Por eso siempre quiero llevar uno... para sentirme vivo.

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