miércoles, 5 de enero de 2011

CORTEJO

Alisado mi pelo con el agua de colonia y acicalado con mi mejor traje de los domingos me dispongo a pasear palmito por las calles de mi barrio. La loción de mi afeitado y el desodorante espray revolotea a mi alrededor cada vez que muevo mi torso para contemplar una bella señorita. Mis zapatos recién embetunados refulgen como azabache artificial sobresaliendo de mi cuerpo en forms de estandarte de elegancia. Me acomodo en mi traje sastre de pata de gallo, señuelo de épocas sofisticadas y anglófilas, aderezado con mi amplia corbata de motivos grutescos. De esta guisa y saboreando el aire primaveral llego al pequeño parque. Solo hay dos bancos. En uno, las palomas dan buena cuenta de las migas dejadas por alguna solitaria anciana y en el otro, una bella muchacha de plisada falda, lee afanosamente una novelilla barata en precario equilibrio sobre la esquina. Emocionado, noto un fragor en mi cara y un leve calambre en mi escroto. Me siento en su mismo banco. Inicio mi cortejo una vez más...

No hay comentarios:

Publicar un comentario