miércoles, 18 de mayo de 2011

HORIZONTE

La línea mágica que separa lo terrenal y lo místico está fragmentada por mis lágrimas. Las fuerzas flaquean en mi corazón y siento como el fragor de un nuevo sol acaricia mi piel. Sentado, solo y perdido, entre granos de arena en la playa de la incertidumbre, miro cansado a ese horizonte del amor, de la vida y del trabajo. Un amor imposible porque nadie me entiende, ni yo mismo sé que quiero. Una vida que seguro será corta por mi enfermedad del corazón y un trabajo que perdí ayer mismo por desidia y aburrimiento. No sé porque llevo aún esta corbata que me produce urticaria en el cuello y en el alma, no sé como he llegado a esta playa del olvido, no sé como regresar a casa ni con que cara mirarme en el espejo. Necesito descansar... pero mientras hago castillos de arena con mi pensamiento ocupando mi mente. Dejad que en mi último día de vida contemple la majestuosidad del sol, su belleza inherente. Noto las llaves de mi coche en el bolsillo. Miro las curvas de la carretera de montaña de mi izquierda. Huelo en prefiguración a humo y gasolina. Me levanto y me sacudo la arena. He tomado una decisión. Lo voy a hacer y hasta que llegue el fin no dejaré de mirar al horizonte.

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