martes, 8 de febrero de 2011

LÁPIZ

Expuesto en mi mesa ante una hoja en blanco eres contraste. Sabes ser el testimonio de la historia, el vigilante del cubilete, el mártir en la máquina sacapuntas. Tu alma de carbón reposa a la espera de que los hábiles dedos del escritor desgasten tus fuerzas. En redondilla o en cursiva viajas por la añil geografía del folio en busca de aventuras terminadas en puntos suspensivos o en sinuosos interrogantes. Feliz eres cuando el dibujante, en sus amplias cartulinas de dibujo, te utiliza como un coloso demostrando tus trazos ágiles y expansivos. Amante de las sombras y los claroscuros de carboncillos goyescos, tu terror es la goma que hierática e impertérrita borra tu obra de arte. La libertad es tu vida, la espera tu muerte, tu venganza la acerada punta que esgrimes victoriosa. Te crees triunfadora porque nadie te ha desterrado en cientos de años. Lápiz, lapicero, lapices de carpintero, de colores, de labios, de ojos, de recuerdos...

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