jueves, 12 de enero de 2012

CODICIA

Iracundo me enfrentó esta mañana al mundo. La niebla matinal y la escarcha infinita de mi ciudad me ofusca hasta lo indecible. El móvil no para de sonar con su tonadilla estridente y actual a la espera de un grito de negociación. Mis ojos inyectados en miles de anfetaminas planean sobre los caminantes a los cuales golpeo con mi andar rectilíneo y único. No he esquivado a aquella anciana y ha caído entre la suciedad de la acera. Así estará más cerca de la muerte. No soy humano, soy un pozo lleno de inmundicia, un perro rabioso que escupe espumarajos ante la sociedad que me envuelve y me llena de vacío frígido. Una lucha sin cuartel para hallar el trabajo de nuestra vida, el amor sin fin. Me río de todo eso. Todo está yermo, nada sobrevuela la felicidad, todo es negro sin contraste. Hoy puede ser el último de mis días como un don nadie. Odio mis contactos, odio mis amigos, odio el todo. Tras la elegante puerta de ébano me espera el infierno de la codicia, los movimientos bursátiles, las primas de riesgo. Con mi sonrisa de tiburón y mi mirada macroeconómica entro de nuevo en la vorágine. Hoy me como el mundo. Hoy voy a ser Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario