lunes, 27 de diciembre de 2010

INVIERNO

Mi mirada se ha congelado observando la distancia. Creo ver carámbanos bajo los tejados de lejanas casas. El viento helado se cuela por mi bufanda y se aloja en mi corazón. Soy pasto del hielo que cae de mis ojos ante la angustia de tu partida. El humeante café reconforta mi alma ante la espera. Mis manos no tiemblan de frío sinó de tristeza. Mañana, a esta hora, ya no estarás. Habrás partido a tierras indómitas o quizás a urbes pantagruélicas para perderte por siempre jamás. No sabré ni podré encontrarte, no querrás que te encuentre. Empieza a caer la nieve para regocijo de los chiquillos que gritan en la calle. Para mí esa nieve es símbolo de negrura, la de ese tunel sin salida en el que en breves segundos me voy a sumergir. Oigo la puerta del balcón, oigo tu respiración. Un paso, dos y una mano posada en mi hombro. Calor, eso sí es calor, me abraso, no hay invierno. Tu voz queda dibuja un tímido adiós. Mi boca herrumbrosa no se articula. Tu mano desaparece, no hay contacto, el helor se instala en mí. Mi taza se ha caído y se ha hecho trizas, como mi corazón. No tengo nada mejor que hacer. Me voy a quedar aquí todo el día hasta convertirme en un patético muñeco de nieve. Eso es lo que soy. Patético.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

NAVIDAD

Sentado frente a la chimenea contemplo como los cristales de mi ventana se llenan de vahos olvidados. Las luces del árbol bailan al ritmo de la música anodina de villancicos banales mientras degluto turrones rancios de épocas mejores. Suspiro profundamente y miro a mi alrededor en busca de una mirada cómplice y solo me encuentro con los ojos plastificados de Papa Noel. Me levanto envuelto en colores dorados, granas y verdes y lleno mi copa con cava para brindar con las figuritas del pesebre. Contemplo el río en papel de plata, a los cansados pastores y no veo la Navidad por ningún sitio. Estoy solo. Sé que no me he portado bien y he repudiado la compañía de la jovialidad. Nadie llama por teléfono para saber si estoy vivo. Vuelvo a sentarme en mi sofá. Se ha enfriado otra vez.

domingo, 12 de diciembre de 2010

VERDE

Estirado en el fragor de hierbas altozanas saboreo el olor verde del campo. Verde esperanza de verdes praderas, semáforos que invitan a cruzar calles de asfalto, copas de árboles centanarios que agasajan al mundo con su vaivén, moho que crece en los ladrillos del alma, inmadurez del fruto prohibido, pensamientos lascivos de ancianos impotentes, mares de tonos indecisos, tonos ecológicos reivindicativos de los excesos fabriles, verde que te quiero verde, tréboles de cuatro hojas imprescindibles para la suerte, villanos de cuentos y ogros de buen corazón. Miro tus ojos al despertar entre el roce de la naturaleza y te beso. Tus ojos verdes, como la albahaca de coplas marchitas, me interroga ante la duda. Te quiero.

sábado, 4 de diciembre de 2010

LABERINTO

Sobre el fondo azul del cielo emergen las líneas rectilíneas de un laberinto. Desnudo y pisando la hojarasca otoñal, inicio mi camino multicursal hacia la deriva. Los altos arbustos no me dejan ver y noto una presión latente en mi pecho. Sé que no hallaré el centro, símbolo de mi triunfo. Mi caminar leve se transforma en un trote cansino a medida que pasan los minutos. No sé donde estoy y busco salidas. Las tupidas ramas azotan mi cuerpo prefigurando mi martirio anodino. La tarde cae y el suelo empieza a humedecerse. Mis pies són dos manchas de barro que patinan en la pista yerma de la vida. A lo lejos veo un claro, una salida. Ahora soy veloz como el viento, renuevo mis fuerzas con ilusiones renacidas en busca de una meta. Los pájaros han dejado de cantar, el cielo se ha encapotado, hay un presagio. He llegado y bajo el caprichoso templete barroco encuentro el cuerpo inerte de ella. Marfil sobre mármol. Me acerco y acaricio su rostro. Ya es tarde, otra vez se ha adelantado la Parca y tomándola en mis brazos me arrodillo piadoso en la tierra para gritarle a ese dios su injusticia. Arrecia el aire y cae la lluvia. Esperaré ahí, sentado, abrazado a ella, que el hambre y el frío me lleven de vuelta. Estoy perdido.