sábado, 1 de diciembre de 2012

FRÍO

El viento del norte azota la ventana de mis recuerdos. Mis manos escarchadas se esconden bajo mis axilas buscando la calidez de la lana mientras mi nariz toca el helado cristal. El cielo blanco, presagio de nieve abundante, es glaciar y plano. Las nubes no juegan en su escenario azul, están amontonadas a la espera de exhortar sus danzarines copos que congelarán ramas y setos. La chimenea humea en el salón mientras la leña crepita con su desesperado grito de incineración. Sentado de nuevo en mi mullido sofá, cubierto con una pequeña manta, rememoro el paso de los años. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Juventudes perdidas entre pequeñas patas de gallo y calvicies incipientes, la falta del beso maternal olvidado, el abrazo del padre para animar esos días llenos de dudas, la energía de la diversión y la espontaneidad. Por todo eso tengo frío en el corazón. Mi calefacción central está estropeada esperando un reparador de almas que llene con fuego mi soledad. Creo que voy a seguir aquí sentado mientras mi alma se acaba de congelar...nadie me espera.

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