jueves, 16 de junio de 2011

CALMA

Frío calmo sobre mi piel que cauteriza los misterios de una vida repleta de tientos y augurios. Penas recicladas por mi corazón y exportadas a mi mente, que dedica sus últimos momentos a perderse entre perdidas playas y majestuosas montañas. Efluvios narcóticos de reminiscencias áureas y algodones delicados en precario equilibrio por la tensión corporal. Dolor envuelto entre bambalinas de gran espectáculo de la muerte y momento de redención. Solo pienso. Mi cuerpo inerte, casi sin vida, reside en una cama a la espera de mi entrada en el reino de Hades. Hago tabla rasa del pasado y evoco gritos, golpes, cardenales y susurros. Miedo a las miradas y a las presencias, amenazas de vida que se escapan por las escaleras. No deseo ser comprendido ni quiero misericordia. La maldad se ha instalado en mi cuerpo en forma de enfermedad terminal y voy a pagar mis inmundicias. Mi tacto nota la presencia de una mano envuelta en escayola que acaricia la mía. Es ella que aún soporta las marcas de mi última hazaña salvaje, de mi gran gesta de macho cabrío. Ya me voy y solo siento calma porque nunca seré perdonado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario