sábado, 29 de enero de 2011

NEGRO

Oscuridad indómita de la noche. Boca de lobo que abre sus fauces sin remisión. Abismo de océanos testigos de hundimientos. Géiseres de petróleo que rompen paisajes idílicos. Lutos y duelos de muertes súbitas. Negro dolor de enfermedad. Pieles exóticas de continentes lejanos que exploran nuestros instintos. Pantalla de televisión apagada y yerma. Fundido final en negro de películas olvidadas en el subconsciente. Irreversibilidad de un futuro sin salida. Pozo inexpugnable certificador de ecos minerales. Caída al infinito de pesadillas etílicas. Agujeros distendidos ante la excitación. Vuelo nocturno de murciélagos. Cuevas de agreste prehistoria de humedad perenne. Lunar que enloquece mis sentidos al contemplarlo. Callejón sin salida de vieja farola huérfana de corriente. Ojos cerrados. Muerte sin remedio. Negro sobre negro. Cuadro en negro. Fin.

martes, 25 de enero de 2011

SELVA

Vida vertical. Busca del sol. Lucha de seres en la maleza. Sonidos extraños no reconocibles. Susurros entre las hojas. Humedades creadoras de líquenes y musgos. Serenidad de gotas de lluvia estancadas. Microcosmos, microclima, microbios. De pronto, un silbido. Un ataque rápido, preciso. El dolor atenaza mi cuello. Brillos magenta y verde se remueven en mi visión lateral. El veneno mortal paraliza mis músculos faciales. No puedo gritar. Boqueo en busca de aire. Despierto sudoroso en la selva que es mi cama: sábanas, libros, sueños. Es solo una pesadilla. Son las 7 de la mañana. Oigo el tráfico filtrarse por mi ventana. Hoy no voy a ducharme. Necesito que el sudor selvático cree una capa inmune contra el día que se avecina. No soporto más este tedio. Me veo ante mi edificio de oficinas vertical. Brilla el sol. Todos luchan por coger el ascensor, entre ellos yo. Oigo ruídos mecánicos. La gente habla en voz baja. Salgo en mi oficina y la humedad del aire acondicionado golpea mi cara. Sé lo que voy a hacer y gotas de sudor recorren mi espalda. Mi trabajo, 30º centígrados, estornudo de rabia. Estoy ante la puerta del director, rebuzna. Entro, implacable. Le clavo el punzon en la garganta. Ve su sangre imparable mientras me aflojo mi corbata verde. Cae al suelo, se está muriendo. No puede gritar. Al fin respiro.

jueves, 20 de enero de 2011

ESPEJO

Sobre gruesas capas de maquillaje escondo mis arrugas. Ríos de sufrimiento circulan por mi cara en busca de nuevos espacios para apergaminar mi piel. Mis ojos caídos por el peso de los años se perfilan entre sombras irisadas sobre pestañas de postín que hacen ridículo mi aspecto. Mi frente amplia testimonia una alopecia galopante, en su intento de triunfar, mientras una falsa peluca, de bucles versallescos, esconde las miserias de mi cuero cabelludo. Unos lindos zarcillos metálicos decoran mis pequeñas orejas testimonio de insultos y varapalos decadentes. Mi pintalabios carmesí recorre esa obertura inmunda que es mi boca, retranqueada sobre una dentadura gris y careada. Los años han destrozado mi bonita sonrisa. Ahora soy una mueca grotesca de una muñeca ajada. Una nube de polvos de color remata mi obra de arte nocturna. Mi espejo declama y pide misericordia. Empieza el espectáculo. Hoy voy a triunfar. Seguro.

viernes, 14 de enero de 2011

POLVO

Suspensión. A contraluz vuelan libres, motas de polvo, partículas inmundas de entes superfluos que rodean los elementos. Depósitos frugales en espacios etéreos y cambiantes eliminados por la acción de la química. Partes unicelulares de uno mismo que, sin rumbo, caen creando grupúsculos triunfadores que ruedan por el linóleo. Cuerpos humanos reducidos a materias ímprobas en el decurso del tiempo. Incineración consciente de seres y almas en altos hornos que vomitan humo y cenizas. Reducción infinitesimal de sustancias y productos alimenticios reconvertidos en líquidos y gases que siguen su camino de reducción a la mínima expresión. Talcos purificadores de antaño curadores de roces y humedades. Polvo somos y polvo seremos. Madre Tierra, envuélvenos en tus manos y haznos partícipe de tu sufrimiento y tu castigo. El hombre no ha sabido cuidarte y volvemos a ti como símbolo expiatorio. A ti me entrego por siempre jamás.

sábado, 8 de enero de 2011

BLANCO

Pureza. Tranquilidad. Paz. Mi mente está en blanco como blanca es la luz de mi habitación de añiles paredes y sábanas blancas, testimonio de poluciones nocturnas blanquecinas de espermas inanes limpiados con pañuelos de blancura de celulosa. El frío penetra en el blanco tuétano de mis huesos y me pregunto si fuera estará nevando. Copos blancos aterrizan en superfícies coloridas eliminando su disparidad. Me decido a salir de mi encierro y arrastrando mis pies por el gélido mármol blanco del suelo me dispongo a desayunar un tazón de blanca leche con azucar. Me doy cuenta que mi mundo se ha vuelto blanco. Ya no hay tonos. Es como si el contraste de la televisión se hubiera roto. Quizás habrá una ceguera blanca, pero estoy viendo elementos. Voy a salir a la gris ciudad. Allí romperé con este blanco, lo ensuaciaré. Me pongo un tejano blanco y un jersey blanco y salgo a la calle. Abro la puerta y todo es blanco, no hay nada. Apoyo el pie en la acera y no hay calle. Caigo de forma infinita entre paredes blancas y puras y no hay nada. Todo es blanco.

miércoles, 5 de enero de 2011

CORTEJO

Alisado mi pelo con el agua de colonia y acicalado con mi mejor traje de los domingos me dispongo a pasear palmito por las calles de mi barrio. La loción de mi afeitado y el desodorante espray revolotea a mi alrededor cada vez que muevo mi torso para contemplar una bella señorita. Mis zapatos recién embetunados refulgen como azabache artificial sobresaliendo de mi cuerpo en forms de estandarte de elegancia. Me acomodo en mi traje sastre de pata de gallo, señuelo de épocas sofisticadas y anglófilas, aderezado con mi amplia corbata de motivos grutescos. De esta guisa y saboreando el aire primaveral llego al pequeño parque. Solo hay dos bancos. En uno, las palomas dan buena cuenta de las migas dejadas por alguna solitaria anciana y en el otro, una bella muchacha de plisada falda, lee afanosamente una novelilla barata en precario equilibrio sobre la esquina. Emocionado, noto un fragor en mi cara y un leve calambre en mi escroto. Me siento en su mismo banco. Inicio mi cortejo una vez más...